jueves, 30 de abril de 2009
Literatura puertorriqueña, víctima de sabotaje académico
.....Como amante de la literatura mis gustos son variados. Me gusta sobre todo la novela, en segundo lugar la poesía y en tercer lugar el cuento. Me gustan los ensayos y el teatro, pero vendrían a caer en el cuarto y quinto lugar de mi preferencia ¿Autores? Muchos. La lista sería interminable e incluiría autores tan diversos como Petronio, Omar Khayam, Cervantes, Kafka, Hamsun, Céline, Borges, Onetti, Chandler, Bukowski, Roberto Bolaño, J. I. de Diego Padró, José María Lima y Manuel Abreu Adorno. De esta resumida lista, los últimos tres autores son puertorriqueños y, lamentablemente, son poco conocidos. No menciono autores puertorriqueños del canon, como Enrique Laguerre, René Marqués, Luis Rafael Sánchez y Rosario Ferré, por citar algunos. Y con esto quiero entrar al meollo de este texto: la crítica literaria puertorriqueña, la academia, ha saboteado a la literatura puertorriqueña.
.....La crítica literaria puertorriqueña ha favorecido desde sus comienzos la literatura que trata el tema de la identidad nacional (el quiénes somos) y la literatura de índole social. Esto crea la falsa impresión de que la literatura puertorriqueña es monotemática y regionalista; una literatura que no es universal porque sólo incumbe a los puertorriqueños y a su peculiar estatus político que los convierte en colonizados. Este tipo de literatura de identidad y de visos sociales es la que ha sido canonizada por la crítica, de tal manera que nos ha hecho creer a los lectores nacionales y extranjeros que esta literatura es la única que se produce en el país o que, por lo menos, es la única de calidad y que vale la pena estudiar y consumir. Sin embargo, existe otra literatura puertorriqueña, de igual o mayor calidad, más allá del canon. Una literatura, si se quiere, más creativa, que no se queda varada en el tema de la identidad nacional (preocupación un tanto paranoica y passé) y trata otros temas; una literatura, pues, más universal. A fin de cuentas, los puertorriqueños también somos seres humanos y nuestras preocupaciones e intereses son diversos como los de cualquier vecino del mundo. Este sabotaje de la crítica literaria puertorriqueña a la literatura nacional comienza cuando nace la literatura puertorriqueña en el siglo XIX.
.....Todavía hoy se debate si el padre de la literatura puertorriqueña es Manuel Alonso o Alejandro Tapia. Muchos consideran a Alonso el padre de la literatura nacional por su libro El Gíbaro, un libro de estampas que precisamente trata de mostrar y aún definir lo que es ser puertorriqueño. Sin embargo, Tapia, un autor mucho más complejo -y me atrevería a decir más talentoso- que Alonso, publica años antes que el autor de El Gíbaro. Lo que ocurre es que muchas obras de Tapia son de carácter universal y cosmopolita, ajenas a lo “puertorriqueño”, y por tal razón se obvia lo cronológico por lo temático. De hecho, las obras de Tapia más conocidas son las que tratan el tema puertorriqueño, sea de identidad o de carácter social, como La palma del cacique, La cuarterona o Mis memorias, cuando Tapia es mucho más que el que vemos en estas obras. Sus obras maestras, las novelas Póstumo el transmigrado y Póstumo el envirginado, cuyas tramas transcurren en España y son de corte fantástico, son difíciles de conseguir porque pocas veces se han reeditado. Manuel Alonso vs. Alejandro Tapia parece ser la lucha de toda la historia literaria puertorriqueña. En otras palabras, literatura como arte o literatura como crítica o medio de lucha: literatura comprometida.
.....Estas dos visiones se ven en la paradigmática Generación del 30 en la literatura puertorriqueña en dos autores antagónicos: Enrique Laguerre y José Isaac de Diego Padró. No es un misterio cuál visión ganó, pues hoy día todos conocen a Laguerre, un autor cuyas novelas son requisitos de lectura en las escuelas y universidades, pero casi nadie sabe quien es J. I. de Diego Padró. Enrique Laguerre, el llamado novelista nacional, siguiendo el llamado de Antonio S. Pedreira en su Insularismo, se dedicará en sus novelas a “escribir” a Puerto Rico, pero escribirlo y retratarlo tal y como lo ve Pedreira en su famoso y pseudocientífico ensayo. Como continuador a su vez de Zeno Gandía, Laguerre se dedicará a escribir crónicas de un Puerto Rico enfermo. Sus novelas, sociológicas, históricas y de identidad, son literatura comprometida; un arma contra el miedo a la transculturación, a la pérdida de los valores telúricos y una afirmación de la hispanidad puertorriqueña. No negamos la calidad literaria de Laguerre, pero sí cuestionamos la supresión de otra literatura que se estaba creando para esos años en el país, una literatura no comprometida (o al menos no chauvinista ni proselitista) o comprometida únicamente con su arte. Ahí está la obra de J. I. de Diego Padró y la de otros autores que en distintas épocas escribieron una obra literaria de una calidad increíble, en ocasiones adelantada a su época o simplemente en sincronía con lo que se estaba escribiendo a nivel mundial.
.....J. I. de Diego Padró es un autor de avanzada en las letras puertorriqueñas. No sólo es el primer poeta puertorriqueño, junto con Luis Palés Matos, en crear el primer movimiento de vanguardia en la poesía del país, sino que probablemente es de los primeros autores (y cuidado si no el primero) en hacer novela existencialista en Hispanoamérica, con su novela corta Sebastián Guenard (1924). Además, es el primero en el país en hacer novela vanguardista o experimental con su novela En Babia (1930,1940, 1961) y el primero en hacer poesía antipoética en Ocho epístolas mostrencas (1952) y El escaparate iluminado (autobiografía poética) (1959), que contiene antipoesía en poemarios publicados e inéditos desde 1920, lo que lo coloca en una posición aventajada, hablando cronológicamente, a la antipoesía de Nicanor Parra. Mientras muchos literatos puertorriqueños en los años 20`s y 30`s miraban a Hispanoamérica y su novela de la tierra, así como a la poesía modernista y posmodernista, para hacer literatura, Diego Padró estaba haciendo una literatura basada en sus lecturas de literatura europea y estadounidense, haciendo una literatura afín a éstas y en otras simplemente adelantándose a lo que luego sería un tipo de literatura estándar a nivel mundial, como lo es la novela precursora del realismo sucio y la beatnik y la antipoesía y poesía conversacional. Pero como muchos precursores, no fue entendido por la crítica y hoy día es un autor desconocido para muchos, sin contar que sus libros ya no se editan.
.....La crítica puertorriqueña vio en las obras de de Diego Padró a un reaccionario, ya que en sus obras no estaba el tema de la identidad nacional. En su novela En Babia, que transcurre en Nueva York (tal vez la primera novela puertorriqueña de la emigración a los Estados Unidos), los personajes parecen adaptados y no se trata el tema de la discriminación étnica y racial y de los avatares que sufren los puertorriqueños en esos lares. Igualmente su poesía, en vez de ser comprometida, como lo es la poesía de Palés, de Corretjer, de Matos Paoli, entre otros, es más bien una poesía existencialista, cotidiana, erótica y en ocasiones de temas mitológicos. En cuanto a su novela En Babia, la crítica sólo vio en ella una novela psicológica y de una gran prosa, pero subrayando siempre sus defectos. No supieron ver en ella una novela ambiciosa, total y universal, afín a las novelas creadas en Europa y los Estados Unidos por autores como Knut Hamsun, James Joyce, Louis Ferdinand Céline, Henry Miller y Jean Paul Sartre. De haber tenido una mejor recepción crítica y mayor apertura en los medios editoriales españoles o hispanoamericanos, de Diego Padró sería hoy un clásico o por lo menos un escritor de culto cuya obra sería publicada por editoriales extranjeras, como Cátedra, y estudiada por una mayor cantidad de estudiosos nacionales y extranjeros.
.....El caso de Manuel Abreu Adorno es similar. Un autor espectacular, cuya obra, a pesar de estar escrita entre los años setentas y ochentas (murió en 1984), parece fresca. Desconocido por una ingente cantidad de personas e ignorado sistemáticamente por la crítica literaria del país, es un autor extranjero -el chileno Roberto Ampuero- quien señala las afinidades de la obra de Abreu Adorno con los movimientos actuales hispanoamericanos, como la llamada Generación McOndo; y si uno la lee, podrá encontrar afinidades en su obra con la Generación del Crack. Quien haya leído el libro de cuentos Llegaron los hippies, publicado en 1978, y su novela No todas las suecas son rubias, escrita entre 1983 y 1984 pero publicada póstumamente en 1991, se dará cuenta de esto. La obra de Abreu Adorno, urbana, globalizadora, de estilo “cult-pop” y en ocasiones experimental y polifónica, anuncia a escritores de renombre en la actualidad como Alberto Fuguet, Juan Villoro y el fallecido Roberto Bolaño.
.....El caso de José María Lima es similar, en cuanto es un autor de culto, ha sido ignorado por la crítica y su poemario La sílaba en la piel (1982) es casi inconseguible hoy día, a pesar de ser una obra clave en la poesía puertorriqueña. Su poesía irracionalista, con visos surrealistas y del absurdo, de temas varios (no sólo político-nacionalista), creada en una época en que se estaba produciendo en el país una poesía proselitista, chauvinista y militante, conversacional (y no con la calidad de un Ernesto Cardenal y un Roque Dalton), pasó casi inadvertida. Un poeta que se va de tú a tú con los grandes poetas en lengua española vive condenado al silencio, pues fuera de cinco gatos en el país nadie lo conoce. Esta es la situación de muchos autores puertorriqueños, como Gustavo Agrait, Wilfredo Mattos Cintrón, Ángela María Dávila, Manuel Martínez Maldonado, Eduardo Lalo, Juan Carlos Rueda, Ángela López Borrero y etc., etc., por mencionar algunos, cuya obra, por apartarse de los temas y formas que la academia canonizó, son poco conocidos y sin embargo su obra es excelente y su calidad, como dije anteriormente, de igual o mayor calidad a las obras de los autores canonizados.
.....Yo soy, como comencé diciendo en este ensayo informal, un lector y me imagino que los críticos literarios y profesores de universidad también lo son. Me imagino que ellos pueden tomar un libro de Cortázar, de Poe, de Onetti, Hemingway, Kavafis, Carson McCullers, Alejandra Pizarnik, de Joyce y de Proust, por mencionar autores de fama internacional, y disfrutarlo. Me imagino que pueden apreciar como críticos la calidad de las obras de estos autores, pero sin embargo, ¿por qué no aprecian ni disfrutan las obras de autores puertorriqueños cuyas obras no se coartan con temas exclusivamente regionales y en vez de eso penetran todos los intersticios de la realidad humana, de la realidad de nuestro país más allá de preocupaciones político-sociales, haciéndolo con un arte de igual calidad a la de cualquier gran escritor de cualquier parte del mundo? Por eso digo que si la gran literatura puertorriqueña está en el silencio y hay que ser en ocasiones un detective para conseguir estos grandes libros, que ya no se editan, es por culpa de los críticos y académicos. Lo suyo es un crimen que condenó a la literatura puertorriqueña al ostracismo internacional y aun nacional. No, la literatura puertorriqueña no es regionalista, simplista ni aburrida, tampoco carece de fantasía (leer a Gustavo Agrait y Pedro Cabiya). No es, vamos, un suelo de brea para masoquistas intelectuales. Simplemente esta gran literatura (con sus excepciones, claro) no está en el canon. Así, pues, para los verdaderos amantes de la literatura, a esos que disfrutan con Kafka, Onetti, Dostoievski, Hamsun, Céline, Bukowski, Cortázar, Poe, Raymond Chandler, César Vallejo, Nicanor Parra, Borges y todo ese gran etcétera de buenos escritores, no se preocupen. En Puerto Rico también tenemos autores así.
.....La crítica literaria puertorriqueña ha favorecido desde sus comienzos la literatura que trata el tema de la identidad nacional (el quiénes somos) y la literatura de índole social. Esto crea la falsa impresión de que la literatura puertorriqueña es monotemática y regionalista; una literatura que no es universal porque sólo incumbe a los puertorriqueños y a su peculiar estatus político que los convierte en colonizados. Este tipo de literatura de identidad y de visos sociales es la que ha sido canonizada por la crítica, de tal manera que nos ha hecho creer a los lectores nacionales y extranjeros que esta literatura es la única que se produce en el país o que, por lo menos, es la única de calidad y que vale la pena estudiar y consumir. Sin embargo, existe otra literatura puertorriqueña, de igual o mayor calidad, más allá del canon. Una literatura, si se quiere, más creativa, que no se queda varada en el tema de la identidad nacional (preocupación un tanto paranoica y passé) y trata otros temas; una literatura, pues, más universal. A fin de cuentas, los puertorriqueños también somos seres humanos y nuestras preocupaciones e intereses son diversos como los de cualquier vecino del mundo. Este sabotaje de la crítica literaria puertorriqueña a la literatura nacional comienza cuando nace la literatura puertorriqueña en el siglo XIX.
.....Todavía hoy se debate si el padre de la literatura puertorriqueña es Manuel Alonso o Alejandro Tapia. Muchos consideran a Alonso el padre de la literatura nacional por su libro El Gíbaro, un libro de estampas que precisamente trata de mostrar y aún definir lo que es ser puertorriqueño. Sin embargo, Tapia, un autor mucho más complejo -y me atrevería a decir más talentoso- que Alonso, publica años antes que el autor de El Gíbaro. Lo que ocurre es que muchas obras de Tapia son de carácter universal y cosmopolita, ajenas a lo “puertorriqueño”, y por tal razón se obvia lo cronológico por lo temático. De hecho, las obras de Tapia más conocidas son las que tratan el tema puertorriqueño, sea de identidad o de carácter social, como La palma del cacique, La cuarterona o Mis memorias, cuando Tapia es mucho más que el que vemos en estas obras. Sus obras maestras, las novelas Póstumo el transmigrado y Póstumo el envirginado, cuyas tramas transcurren en España y son de corte fantástico, son difíciles de conseguir porque pocas veces se han reeditado. Manuel Alonso vs. Alejandro Tapia parece ser la lucha de toda la historia literaria puertorriqueña. En otras palabras, literatura como arte o literatura como crítica o medio de lucha: literatura comprometida.
.....Estas dos visiones se ven en la paradigmática Generación del 30 en la literatura puertorriqueña en dos autores antagónicos: Enrique Laguerre y José Isaac de Diego Padró. No es un misterio cuál visión ganó, pues hoy día todos conocen a Laguerre, un autor cuyas novelas son requisitos de lectura en las escuelas y universidades, pero casi nadie sabe quien es J. I. de Diego Padró. Enrique Laguerre, el llamado novelista nacional, siguiendo el llamado de Antonio S. Pedreira en su Insularismo, se dedicará en sus novelas a “escribir” a Puerto Rico, pero escribirlo y retratarlo tal y como lo ve Pedreira en su famoso y pseudocientífico ensayo. Como continuador a su vez de Zeno Gandía, Laguerre se dedicará a escribir crónicas de un Puerto Rico enfermo. Sus novelas, sociológicas, históricas y de identidad, son literatura comprometida; un arma contra el miedo a la transculturación, a la pérdida de los valores telúricos y una afirmación de la hispanidad puertorriqueña. No negamos la calidad literaria de Laguerre, pero sí cuestionamos la supresión de otra literatura que se estaba creando para esos años en el país, una literatura no comprometida (o al menos no chauvinista ni proselitista) o comprometida únicamente con su arte. Ahí está la obra de J. I. de Diego Padró y la de otros autores que en distintas épocas escribieron una obra literaria de una calidad increíble, en ocasiones adelantada a su época o simplemente en sincronía con lo que se estaba escribiendo a nivel mundial.
.....J. I. de Diego Padró es un autor de avanzada en las letras puertorriqueñas. No sólo es el primer poeta puertorriqueño, junto con Luis Palés Matos, en crear el primer movimiento de vanguardia en la poesía del país, sino que probablemente es de los primeros autores (y cuidado si no el primero) en hacer novela existencialista en Hispanoamérica, con su novela corta Sebastián Guenard (1924). Además, es el primero en el país en hacer novela vanguardista o experimental con su novela En Babia (1930,1940, 1961) y el primero en hacer poesía antipoética en Ocho epístolas mostrencas (1952) y El escaparate iluminado (autobiografía poética) (1959), que contiene antipoesía en poemarios publicados e inéditos desde 1920, lo que lo coloca en una posición aventajada, hablando cronológicamente, a la antipoesía de Nicanor Parra. Mientras muchos literatos puertorriqueños en los años 20`s y 30`s miraban a Hispanoamérica y su novela de la tierra, así como a la poesía modernista y posmodernista, para hacer literatura, Diego Padró estaba haciendo una literatura basada en sus lecturas de literatura europea y estadounidense, haciendo una literatura afín a éstas y en otras simplemente adelantándose a lo que luego sería un tipo de literatura estándar a nivel mundial, como lo es la novela precursora del realismo sucio y la beatnik y la antipoesía y poesía conversacional. Pero como muchos precursores, no fue entendido por la crítica y hoy día es un autor desconocido para muchos, sin contar que sus libros ya no se editan.
.....La crítica puertorriqueña vio en las obras de de Diego Padró a un reaccionario, ya que en sus obras no estaba el tema de la identidad nacional. En su novela En Babia, que transcurre en Nueva York (tal vez la primera novela puertorriqueña de la emigración a los Estados Unidos), los personajes parecen adaptados y no se trata el tema de la discriminación étnica y racial y de los avatares que sufren los puertorriqueños en esos lares. Igualmente su poesía, en vez de ser comprometida, como lo es la poesía de Palés, de Corretjer, de Matos Paoli, entre otros, es más bien una poesía existencialista, cotidiana, erótica y en ocasiones de temas mitológicos. En cuanto a su novela En Babia, la crítica sólo vio en ella una novela psicológica y de una gran prosa, pero subrayando siempre sus defectos. No supieron ver en ella una novela ambiciosa, total y universal, afín a las novelas creadas en Europa y los Estados Unidos por autores como Knut Hamsun, James Joyce, Louis Ferdinand Céline, Henry Miller y Jean Paul Sartre. De haber tenido una mejor recepción crítica y mayor apertura en los medios editoriales españoles o hispanoamericanos, de Diego Padró sería hoy un clásico o por lo menos un escritor de culto cuya obra sería publicada por editoriales extranjeras, como Cátedra, y estudiada por una mayor cantidad de estudiosos nacionales y extranjeros.
.....El caso de Manuel Abreu Adorno es similar. Un autor espectacular, cuya obra, a pesar de estar escrita entre los años setentas y ochentas (murió en 1984), parece fresca. Desconocido por una ingente cantidad de personas e ignorado sistemáticamente por la crítica literaria del país, es un autor extranjero -el chileno Roberto Ampuero- quien señala las afinidades de la obra de Abreu Adorno con los movimientos actuales hispanoamericanos, como la llamada Generación McOndo; y si uno la lee, podrá encontrar afinidades en su obra con la Generación del Crack. Quien haya leído el libro de cuentos Llegaron los hippies, publicado en 1978, y su novela No todas las suecas son rubias, escrita entre 1983 y 1984 pero publicada póstumamente en 1991, se dará cuenta de esto. La obra de Abreu Adorno, urbana, globalizadora, de estilo “cult-pop” y en ocasiones experimental y polifónica, anuncia a escritores de renombre en la actualidad como Alberto Fuguet, Juan Villoro y el fallecido Roberto Bolaño.
.....El caso de José María Lima es similar, en cuanto es un autor de culto, ha sido ignorado por la crítica y su poemario La sílaba en la piel (1982) es casi inconseguible hoy día, a pesar de ser una obra clave en la poesía puertorriqueña. Su poesía irracionalista, con visos surrealistas y del absurdo, de temas varios (no sólo político-nacionalista), creada en una época en que se estaba produciendo en el país una poesía proselitista, chauvinista y militante, conversacional (y no con la calidad de un Ernesto Cardenal y un Roque Dalton), pasó casi inadvertida. Un poeta que se va de tú a tú con los grandes poetas en lengua española vive condenado al silencio, pues fuera de cinco gatos en el país nadie lo conoce. Esta es la situación de muchos autores puertorriqueños, como Gustavo Agrait, Wilfredo Mattos Cintrón, Ángela María Dávila, Manuel Martínez Maldonado, Eduardo Lalo, Juan Carlos Rueda, Ángela López Borrero y etc., etc., por mencionar algunos, cuya obra, por apartarse de los temas y formas que la academia canonizó, son poco conocidos y sin embargo su obra es excelente y su calidad, como dije anteriormente, de igual o mayor calidad a las obras de los autores canonizados.
.....Yo soy, como comencé diciendo en este ensayo informal, un lector y me imagino que los críticos literarios y profesores de universidad también lo son. Me imagino que ellos pueden tomar un libro de Cortázar, de Poe, de Onetti, Hemingway, Kavafis, Carson McCullers, Alejandra Pizarnik, de Joyce y de Proust, por mencionar autores de fama internacional, y disfrutarlo. Me imagino que pueden apreciar como críticos la calidad de las obras de estos autores, pero sin embargo, ¿por qué no aprecian ni disfrutan las obras de autores puertorriqueños cuyas obras no se coartan con temas exclusivamente regionales y en vez de eso penetran todos los intersticios de la realidad humana, de la realidad de nuestro país más allá de preocupaciones político-sociales, haciéndolo con un arte de igual calidad a la de cualquier gran escritor de cualquier parte del mundo? Por eso digo que si la gran literatura puertorriqueña está en el silencio y hay que ser en ocasiones un detective para conseguir estos grandes libros, que ya no se editan, es por culpa de los críticos y académicos. Lo suyo es un crimen que condenó a la literatura puertorriqueña al ostracismo internacional y aun nacional. No, la literatura puertorriqueña no es regionalista, simplista ni aburrida, tampoco carece de fantasía (leer a Gustavo Agrait y Pedro Cabiya). No es, vamos, un suelo de brea para masoquistas intelectuales. Simplemente esta gran literatura (con sus excepciones, claro) no está en el canon. Así, pues, para los verdaderos amantes de la literatura, a esos que disfrutan con Kafka, Onetti, Dostoievski, Hamsun, Céline, Bukowski, Cortázar, Poe, Raymond Chandler, César Vallejo, Nicanor Parra, Borges y todo ese gran etcétera de buenos escritores, no se preocupen. En Puerto Rico también tenemos autores así.
*Segundo lugar en ensayo en la categoría "Estudiantes de otras universidades" del Certamen Literario de la Universidad Politécnica 2009
lunes, 27 de abril de 2009
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......Tocaron a mi puerta. Yo estaba sentado, leyendo La vida breve y me levanté molesto. Pero me molesté aun más cuando al levantarme la silla hizo un chirrido. Y es que estaba aborrecido y deprimido, me había desvelado en la noche y tenía, además, un tremendo malestar estomacal, con náuseas.
.....Uff, abrí la puerta. ¿Y quién carajos era? Mi querido cuñado. El estiró la mano para entregarme la novela que le había prestado, Nuestro hombre en la Habana, forzando la sonrisa, mostrando su mascarita de simpatía. Jum, más bien parecía un pendejo estreñido tratando de cagar amabilidad. “Gracias”, fue lo que me dijo, manteniendo esa maldita sonrisa falsa y fría. Yo cogí el libro mirándolo con la única cara que tengo, con mi cara sincera de cínico y aborrecido. Odio usar máscaras y representar algún papel, pero más odio a los que lo hacen. Para eso están los actores, ¿no? “Ok”, le dije, y sentí cómo se dibujaba una pequeña mueca en mi rostro, un aborto de sonrisa. Y cerré la puerta.
.....Me puse a inspeccionar mi libro. Sí, era mi libro, mi Nuestro hombre en la Habana. Pero noté algo. Estaba maltratado. Las páginas estaban estrujadas. Había sido forzado y las páginas estaban sensibles, a punto de desprenderse. “Mierda”, fue lo que dije, y sentí cómo me encendía en furor, cómo crecían en mí deseos de asesinato. Lo que ocurrió con mi libro fue un crimen. Yo soy un solitario, y para un solitario que lee, que leyendo escapa de su insulsa realidad, sus libros lo son todo.
.....Di un suspiro, tratando de serenarme y resignarme. Me senté, abrí La vida breve y continué con mi lectura, tratando de olvidarme de todo. Pero no, era imposible, era víctima de la incomodidad. Trataba de acomodarme en la silla. Movía las piernas, juntando y separando los muslos. Y creo que me fui, pero no en la lectura, sino en un viaje más profundo. Estaba ideando algo… ¿Qué?
.....No pude más. Sentía cómo mi rostro se transformaba completo en una mueca grotesca, diabólica. Me levanté con estrépito, tumbando la silla al suelo. Abrí la puerta, con fuerza, y me dirigí a la cocina. Mis pisadas eran fuertes, quería asegurarme que había un suelo bajo mis pies.
.....Abrí la gaveta. Cogí el cuchillo más grande y filoso que vi. Miré alrededor, a la sala, buscando a mi víctima. Estaba recostado en el sofá. Me dirigí hacia él, que tenía los ojos cerrados, como ya muerto, y le asesté una puñalada en el centro del cuello. En el acto, sentí dibujárseme una mueca de asco en la boca...
.....La sangre salió disparada como un chorro. Luego salió a borbotones. Era espesa y tibia. Mi cuñado, impresionado, abrió los ojos mostrando desespero. Agarró el cuchillo, intentando sacárselo, pero yo se lo hundí con más fuerza. El trataba de respirar. Buscaba el aire. Abría la boca como un pescado fuera del agua, con la misma mirada ida, superficial, de muñeco. Hasta que por fin sus manos dejaron de agarrar el puñal. “Por fin se murió el muy cabrón”, pensé, y me quedé observándolo. Sus ojos quedaron abiertos y redondos; al igual su boca, que estaba manchada con su espesa sangre. Luego, sin inmutarme, fui al baño y me lavé las manos. Me vi en el espejo y me tiré una guiñada. Nunca me había visto tan guapo. Después fui a mi cuarto y continué la lectura de La vida breve, como si nada de nada hubiera pasado.
.....Mientras leía volví en mí. Me di cuenta que tenía sed y fui a la cocina a tomar agua. De camino miré a la sala y vi a mi cuñado recostado en el sofá, inerme, con los ojos abiertos. Cuando me disponía a entrar en la cocina, escuché la voz: “Cuñado, la novela estaba buena”. “Sí”, le contesté, y abrí la nevera para tomar mi agua.
N.O.N.S. / 11 de febrero de 2004
domingo, 26 de abril de 2009
Desde la encrucijada
Desde la encrucijada: pensamientos de un desadaptado
(fragmentos)
(2003)
(fragmentos)
(2003)
En la encrucijada
Estoy aburrido de seguir parado frente a la encrucijada,
sin decidir,
porque todos los rótulos auguran el éxito.
Pero ya lo he visto desde las montañas:
todos los caminos se abrazan
en una puerta que entraña misterio.
Estoy aburrido de seguir parado frente a la encrucijada,
sin decidir,
porque todos los rótulos auguran el éxito.
Pero ya lo he visto desde las montañas:
todos los caminos se abrazan
en una puerta que entraña misterio.
En el desierto
En el desierto el sol y la sed te harán ver oasis de perfección. Pero recuerda, sólo son espejismos. Tú morirás con calor y sed y te convertirás en arena del desierto, que será pisada por otros ingenuos.
Carencia
Rebelión suicida
La mayor rebelión: no procrear.
Genocidio
Traga de mi sexo y aniquila la vida.
Adicción
Tienes una droga entre las piernas.
¿Nos mutilaremos para salir del vicio?
Amor
Me gusta besarme en tus labios
y masturbarme con tu cuerpo.
De cómo pudiste no ser pero eres
y de la fragilidad de la vida
Tu papi y tu mami pudieron no haber chingado ese día.
Demonio
Soy un demonio. Creía que poseyendo un cuerpo iba a encontrar la ansiada felicidad. Pero ya dentro, sólo encontré aburrimiento. Ahora, viajo por los desiertos vacío de esperanza y sin poder descifrar el enigma. ¿Dónde carajos está la felicidad?
La danza de la lluvia
Plam, plam, plam el indio llamando a la lluvia, haciendo movimientos circulares y tocando el tambor. ¿Acaso llovió? Sí, llovió, pero también le cayó un rayo.
La flor se cristalizó con la nieve.
Se ve hermosa,
tal vez más hermosa;
pero está muerta.
La Justicia
Vi a la Justicia en una película hollywoodense y creí que realmente existía. Luego, en el camino de regreso a casa, comprendí que era sólo un truco de cámara.
Asesino
El cuerpo se estremecía con el pra-ta-ta-ta-TA y él con el arma en la mano disfrutaba del aroma de la muerte. Pero deseando que fuera un sueño. ¿Pesadilla? Noh…
Víctima
Su cuerpo se estremecía con las detonaciones. Sentía un frío y calor. Y un fuerte olor a sangre, metal y pólvora. Era un olor y sabor. Pero no sabía lo que sentía, pues lloraba y a la vez reía.
Defecación
Alimenta a los niños y te darán mojones.
Defecación
Alimenta a los niños y te darán mojones.
Psicoanálisis
Pon la carne al sol y le saldrá gusanos.
Apostasía
En el día de partida hasta los ateos creen en Dios.
Apostasía
En el día de partida hasta los ateos creen en Dios.
1+1‡ 2
Uno más uno es igual a dos, pero dos seres humanos actuales, alienados por las vanas exigencias sociales―ingenuos―no hacen ni uno solo.
Ser
Soy. ¿Pero soy en verdad? ¿O sólo soy millones de microorganismos que, para sobrevivir, crean una ilusión de Yo?
Biología
Toco esta página, y la siento, porque en mis manos tengo células bipolares que envían impulsos nerviosos al tálamo, y éste, a su vez, a la corteza cerebral.
Solipsismo
Tú eres yo; una opinión que tengo sobre algo.
Alegría
La vida como que me sonríe; aunque creo que soy yo quien le alarga los labios.
Masoquista felicidad
Hazme sentir terrible y me harás sentir feliz: probarás mi teoría de mundo.
Ars vivendi
Yo tengo mis sueños pero no voy tras ellos; son ellos los que me permiten seguir viviendo.
Undo
Quiero separar el esperma y el óvulo; borrarme para siempre de este estúpido globo.
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