sábado, 10 de octubre de 2009

Tres poemas de amor con masturbación



Pelea intertextual con mi mujer

Me fastidia cuando hablas porque estás como presente,
y que vengas con tus malditos celos.
Pues sí, te lo digo:
me gusta entrar por todo y responder a todo.
Sí, sucede que me canso de ser tu hombre
y de alargarme en tu espíritu.
Contigo no paro de sufrir por la vida y por la sombra y por...
Bah, por eso escribo poesía
porque la poesía es un arma cagada de futuro.
Es que contigo es tan fácil ser poeta
y tan difícil ser
hombre.


Perdón, Pamela Anderson

Recuerdo los días de semana, a  las 4 de la tarde,
en que te veía en ese rojo y sexi traje de baño.
Corrías casi en cámara lenta y tus enormes melones
se movían muy poco, a brinquitos cortos.
Yo los quería coger, apretar, meterlos en mi boca.
Eras mi fantasía masturbatoria, lo confieso.
De eso hace ya más de diez años.
Llegaron otras:
el culo de J-Lo, la boca de Angelina, el lolitismo de Britney,
las caderas de Shakira y las piernas de Beyoncé.
Con todas ellas te fui infiel.
Pero hoy vengo a ti, mi primer amor,
mi reina del silicón y del bronceado,
ya canoso y nostálgico,
                                  a gemirte
                                                perdón...


Arrepentimiento

Amor mío,
en estos días
en que saliste de viaje
para ver a tu padre enfermo,
yo limpio,
yo cocino,
yo friego,
yo lavo la ropa,
yo cuido a los niños
y todo esto
después de salir de trabajar…
No sé cómo lo haces,
no sé cómo soportas,
no sé cómo me soportas…
si yo casi no hago nada.
Perdona
mi falta de consideración.
Ahora, cuando vuelvas,
prometo ayudarte
y valorar todo tu esfuerzo,
toda tu valía…
Pero eso sí,
si lo hago
ya no te puede dar
tanto dolor de cabeza.


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