Deseamos ser
como esos escritores
que murieron jóvenes
y dejaron
una obra que perdura.
Preferimos
morir en un banco en París
y dejar tras nosotros
No todas las suecas son rubias.
Morir
luego de tomar
60 pastillas de Seconal
y dejar
¡Que viva la música!
Morir
intoxicados
con monóxido de carbono
y dejar
La conjura de los necios.
Morir
solos y angustiados,
muertos de frío,
en un país que no es el nuestro
y dejar bellos
y melancólicos poemas,
que ser
nosotros mismos,
llenándonos
de arrugas y de canas,
sin producir nada
que valga la pena.