César
Santiago
Fuego
fatuo o el televidente
Ensayo
leído en la presentación de Fuego fatuo
de N. O. Núñez el 20 de febrero de 2014 en el Centro Cultural Carmen Solá de
Pereira en Ponce, Puerto Rico
Cuando Neftalí me pidió que le presentara su libro,
yo le dije que por supuesto lo haría, que sería un honor para mí. Pero a las
par de semanas, cuando ya llevaba tiempo con el libro para ver cómo preparaba
lo que iba a decir, me puse nervioso. Dos razones; una que hace tiempo que no
me paro frente al público, para leer, declamar… ni para hablar en lo absoluto;
segundo que presentaría un libro, lo cual sería mi primera vez. Porque
simplemente no es lo mismo leer el libro para uno, por placer. Sino que lo tenía
que analizar desde un punto de vista crítico, y sentarme a observar las cosas
buenas y malas de este. Ahí fue que me dio pánico y me dije “ya pa’ qué, tienes
que hacerlo y tiene que quedar bien”. Y le di una última lectura a la copia que
me regaló Neftalí, la cual masacré con un lápiz. Porque como mencioné, no es
leerlo y sentirme cómodo con el texto, sino desmantelarlo para poder destilar
una lectura. Tampoco es crear un análisis complejo, sino una serie de
observaciones, las cuales demuestran una lectura -que en este caso es la mía-,
con el propósito de que ustedes se intriguen con la gran labor de mi colega y muy
buen amigo Neftalí… Siendo de esta manera responsable con todos: el texto, el
autor y ustedes los lectores.
Fuego fatuo retrata no
solamente las percepciones de nuestro autor aquí presente, sino la de muchos de
nosotros. Enmarca una crianza -la cual todavía se encuentra en efecto por los
medios de comunicación en general y como estos manipulan nuestra manera de percibir,
aceptar y remediar en nuestras vidas- de acuerdo a una guía fantástica llamada
televisión. A pesar de todo, la televisión no es la única que trabaja de esta
manera. En nuestra actualidad, el radio, el cine y la Internet ejercen de una
manera muy enferma y eficaz lo que una formación normal debe ser; sin
olvidarnos de que la religión se cuela por ahí, en las esquinas.
La formación del autor, al igual que la de muchos
aquí presentes, reside en la televisión y los libros como primera fuente de
adquisición de información. De hecho, nuestros credos e ideales de querer salvar
el mundo se deben al bloque de las tres a cinco de la tarde y luego al bloque
de las seis a nueve de la noche (estableciendo la pausa de las noticias), en la
gran gama de canales que nuestro televisor uhf/vhf podía soportar, que eran
como de cuatro a cinco canales, más o menos. Pero para al momento que llegamos
a la universidad y nos graduamos, nos damos cuenta que la realidad de nuestra
vida es muy cruel y que la televisión, al igual que muchas otras cosas y
personas, nos miente y debemos enfrentarnos a la realidad de que todo el mundo
se comporta como individuo primero… Tal vez lo único cierto de The Walking Dead.
El libro se divide en siete partes: Ars, Televidente, Jóvenes y artistas,
McWorld, Juego de Poder, I am so lonely y ¡Despierta! La travesía del poemario se puede observar como la de
un televidente promedio, el cual está acostumbrado al bombardeo de los medios y
que reconoce durante su viaje el choque de ideas que existen entre la formación
natural de los seres humanos versus la crianza artificial de la televisión. En
nuestro caso, el televidente es el lector.
ARS la podemos
describir como una introducción estilística o estructural de lo que podemos esperar
de este compendio poético. Nuestro escritor se declara como uno que observa,
registra y reproduce, pero que se encuentra detrás de todo, deseando que
ocurran eventos fortuitos (negativos o positivos) con el deseo de tener
referentes para que ese ciclo continúe. Un ciclo que se va achicando según
nuestra capacidad de información aumenta. Lo que establece que poco a poco nos
quedamos sin referentes para poder seguir reproduciendo la vida en papel. Por
consiguiente, tal vez es la única parte del poemario donde el personaje del
libro, el Televidente, se desdobla no solo en narrador y lector, sino también
en creador. Sin olvidar que en esta introducción declara el porqué desea ser
espectador. Ejemplos de esto son “Ars” y “Deseos malditos por un buen arte”,
los cuales me permito leer íntegramente.
ARS
Como una cámara de video,
veo,
registro,
edito;
pero estoy detrás
de
la vida.
Deseos malditos por un buen
arte
Que haya más guerras, más violaciones,
toneladas de violencia y derramamiento de sangre;
más injusticias,
más dolor, más locos y más suicidas,
más asesinos y más dictadores,
más corrupción,
más genocidios, plagas y enfermedades,
más catástrofes,
más crisis nerviosas y familiares,
más divorcios, sí,
y más desgracias y más accidentes,
y drogadictos y alcohólicos,
para poder leer y escribir
buenas novelas, cuentos y poemas,
para poder
ver cine y series televisivas,
artísticas,
que
valgan la pena.
Televidente. En esta sección,
la televisión se presenta como la gran reformista de ideas, nombrando una serie
de programas de televisión al igual que muchas películas que, de una forma u
otra, nos han tocado a todos o simplemente pasaron por desapercibidas y solo
unos pocos pasamos por ellas. Enfrenta las ideas que estos programas
establecieron y cómo afectaron al televidente; todas destiladas por la
percepción del televidente, que en el caso del texto, es cada uno de nosotros. Por
ello se presentan poemas dedicados a películas y series de televisión,
haciéndolas responsables de sembrar ciertas ideas que ya de por sí no son
ciertas o nunca lo fueron. El poema que
resume todo este conjunto sería “Alf”:
Alf
Alf,
so cabrón,
me engañaste.
Claro que hay problema.
Todo es
un problema.
En Jóvenes y
artistas observamos cómo estas ideas representadas en la sección anterior
toman vida y presentan una realidad alterada por la televisión y la manera en
que nosotros, como televidentes activos, las tomamos para nuestras vidas; para
que más tarde estas ideas retornaran en propaganda de consumo, como sucede en
la sección de McWorld. Lo que
implica hasta cierta forma nuestra adolescencia y lo que queremos ser, pero a
su vez observamos a nuestros padres y sus referentes y simplemente nos damos
cuenta que podemos ser nosotros; pero aún hay cierta negación de parte nuestra.
Esto se presenta en el poema del mismo
nombre, “Jóvenes y artistas”, y “Todo
tiene su final”, que observa lo que deseamos y que no necesariamente lo que
deseamos es, fue o permanecerá siendo “cool”, tal como, parafraseando el poema
“Todo tiene su final”, los movimientos de Mick Jagger que antes eran cool ahora
son ridiculeces de un viejo arremozado.
McWorld y Juego de poder establecen la fuerza que
tiene el dinero y el sexo, en esas ideas de reforma que anteriormente el
televidente sufre a consecuencia del consumismo. En “McWorld” se concentra más
en el aspecto consumista del mundo (o sea el dinero) y cómo este se percibe a través de los ojos
del televidente. En el poema “Paradojas”, se observa la interpolación del
comunismo y el capitalismo, donde
El capital de Marx,
ese libro comunista
y para el proletariado
(entre comillas, claro)
cuesta más
de 40 dólares;
mientras
La riqueza de las naciones,
ese libro tan paradigmático
del capitalismo,
cuesta
más
o menos
la mitad.
Y a su vez la hipocresía de la religión con “Sacrificio
posmoderno”, que deja en entredicho el concepto actual de sacrificio: “Comen
langostas/ en Semana Santa.” Por otra parte, en “Juego de poder” habla de cómo
el sexo se utiliza para entablar ese poder en el amor; y no necesariamente es
una cuestión de género, sino simplemente el poder que tiene el sexo sobre
nosotros, como se ve en “Vicio”:
Tienes
una droga entre las piernas.
¿Nos
mutilaremos para salir del vicio?
y en “Relaciones”,
donde el discurso amoroso se desmitifica, puesto que, como dice la mujer del
poema, el hombre solo quiere compartir un orgasmo con ella.
Para cuando llegamos a I am so lonely y ¡Despierta!
observamos cómo el televidente resurge y se da cuenta que por medio de un grito
y del acto de revelar su opinión cae en la realidad. Realidad que lo aturde y
disminuye su cosmos a sí mismo, a consecuencia de todo lo establecido por los
medios de comunicación y el poder de ejercer presión que tiene el dinero y el
sexo sobre nosotros. Por lo tanto la soledad. Pero soledad que no se determina
si es una causada o una real. Me explico, una soledad mediática, meditativa o
de mero sentimiento de soledad, por el simple hecho de lo exhaustivo que puede
ser para muchos el estar muy cerca de la verdad de las cosas que nos rodean.
Que es lo que se puede discernir de primera intención en “¿Qué carajos es soledad?” y en “Misántropo”. Que de hecho, “Misántropo” es una muy
buena reacción a un aforismo de Facundo Cabral: “La masturbación es una
declaración silvestre de independencia”.
Misántropo
Tú chichas
Él chicha
Ella chicha
Ustedes chichan
Yo
Me masturbo.
La
sección de ¡Despierta! es la aceptación, es el acabose. Despertaste de un
sueño no tan sueño que nos toca y que debemos aceptar como reflejo de la
realidad deseada por todos y que no existe. Que simplemente si no puedes con
ellos úneteles y haz lo mejor que puedas en este mundo, donde se intenta recriminar
y echar culpas. Pero a la hora de la verdad la culpa es huérfana y nadie
responde por ella, como sucede en “Abandonado” y “Vivir es caminar dando
vueltas”, donde en el primero Dios nos abandona a nuestra suerte y como dice en
el poema:
“y
te sentaste
con tus popcorns
a
deleitarte
en la película de mi desgracia.”
y
como dice en el segundo, ya descreído:
“no hay paraíso
en esta obra de arte kitsch que es la vida,
solo ciclotimia, ciclotimia,
ciclotimia…
Risas que truecan en llanto;
llantos que truecan en risas
cínicas y escépticas,
desconfiadas
ante el ruido
barroco urbano
y el concierto barroco
rural.”
Para luego añadir:
“Miro
al horizonte,
donde el cielo abraza a la tierra,
y sé que es una ilusión.
Más allá está el espacio
y no está Dios ni la felicidad metafórica
que implica.
Más allá está un abismo que nos contiene,
lleno de gas y fuego,
carente de oxígeno.
Más allá no hay nada,
está la Nada.
La muerte asiente,
siento que por unos segundos
deja de bombear mi corazón…”
Por lo que nuestro lector, televidente, nosotros, terminamos simplemente
trabajando momento a momento esperando el desgaste natural del todo. Dejando
que la vida se mueva y poder en el ínterin atrapar ciertos momentos de los que
dan vueltas para simplemente reírnos, crecer y bajarnos del carrusel que es la
vida -analogía utilizada por el autor en su poema “Carrusel”-, cuando nos
toque.
En resumen, Fuego fatuo es la encarnación o colección de observaciones de un televidente.
Observaciones de un mundo que se puede considerar muerto y en putrefacción
debido a la ostentación, corrupción, abusos de poder y banalidades que lo
dominan; pero como fuego, produce luz, la cual no importa su fuente, siempre
ilumina.
Muchas Gracias.
*Dicho ensayo ha sido modificado para publicación; en
el original, se citan más poemas y se leen otros íntegramente.
* César D. Santiago Torres (mayo de 1980) Posee un bachillerato en Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico,
Recinto de Mayagüez. Allí, como requisito de grado, presentó una investigación
titulada Who Watches the Watchamen… I do.
En la misma, utilizando la colección de cómics The Watchmen, de Alan Moore, que luego se publicaría en un solo
volumen como novela gráfica, propone que los cómics deben estudiarse como
literatura.
Posee, además, una
maestría en Estudios Hispánicos con concentración en Literatura de la
Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Su investigación de grado,
titulada Cervantes como precursor del
sitcom, trata sobre la posible influencia cervantina en la comedia
televisiva conocida como “sitcom”
Poeta y narrador, ha publicado en las revistas Zurde y Puñal de epifanía,
en la revista underground La Vila, en
la antología del Círculo Literario Revolución Expresiva de la Pontificia
Universidad Católica de Puerto Rico Palabras
somos y en la antología de poesía y cuento etc.