martes, 17 de diciembre de 2013

ETC. I: Las desgracias de un editor


Hace casi un año, en noviembre de 2012, se publicó la antología de poesía y cuento etc. Yo fui el compilador, editor y corrector. Pero mejor comencemos por el principio, por el génesis de este proyecto (al perecer) fallido.

Todo comenzó en una de las reuniones mensuales de La Peña Literaria, Inc. en el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira, creo que a principios de 2012 o en todo caso a finales de 2011. Estaba fumando un cigarrillo con Jonathan Flores y él me habló de su intención de llevar a cabo un proyecto que la Peña había intentado en el 2007 pero quedó en nada: una antología. Me sorprendió porque yo venía pensando lo mismo, pero una antología desligada de la Peña, para tener más libertad y poder incluir a escritores que en realidad me gustaban mucho, pero que no pertenecían a La Peña Literaria. No lo hice porque estaba básicamente desempleado, sobreviviendo con trabajitos que se presentaban de vez en cuando y solo me permitían ganar lo (in)suficiente para cigarrillos y un par de cosas más. 

Jonathan me ofreció que me encargara del libro en sí y él ponía el dinero. Me lo pensé, no mucho que digamos, y acepté. Realmente mi intención era dar a conocer poemas y cuentos que consideraba realmente notables, sino excelentes, de algunos escritores que frecuenté en La Peña Literaria y en el Círculo Literario Revolución Expresiva de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR) durante los años 2006 a 2010. Y debo admitirlo: quería probarme como editor. Todos tenemos segundas intenciones, vamos. Y quizá Jonathan Flores tendría otras razones también. Siendo sinceros, puedo decir que la antología fue un medio y un fin. Fin como antología en sí y medio para otras cosas ajenas a ella, pero relacionadas a la literatura. Cosas tan estúpidas como encontrar un trabajo como profesor universitario o editor en alguna editorial, o si acaso en algún periódico o revista. ¿Sucedió? Ya dije "cosas estúpidas", así que no. En realidad no sucedió nada. Pero no nos adelantemos. 

En su mayoría, yo escogí a los escritores y los textos, pero Jonathan también participó en la selección. Escogimos al final a Sonia Galindo, Debbie Ortiz, Susan Hernández, César Santiago, Héctor Pérez Babilonia, Edwin Vázquez Asencio, Manuel "Manny" Rosa, Yoel Morales y, por supuesto, nos incluimos Jonathan y yo. Les hice el acercamiento y les pedí los poemas o cuentos que quería de ellos, más que me enviaran una selección de otros de sus textos para "rellenar" junto con una pequeña biografía. Al final resultó una antología de 100 páginas, con poemas y cuentos más que nada minimalistas y con un tema principal: la violencia. Claro, junto con otros como la metaliteratura, el posfeminismo, el erotismo, parodias del apocalipsis y del fin del mundo y el cuestionamiento de la realidad, entre otros temas, tratados muchos de ellos con elementos pop, con referencias y elementos intertextuales de películas, sitcoms, series ochentosas y noventosas, y personajes famosos. No es lo único que hay en el libro, por supuesto, pero se diría que es lo que más abunda. 

Luego de tener a los escritores y los textos, faltaba el título de la antología, la introducción y la portada. También un nombre editorial. Allí fue que nació la idea de crear una editorial, aunque no sé si esa era la intención de Jonathan desde el principio. El nombre de la editorial salió de una recomendación de Sonia Galindo, que mencionó el latinismo "de facto", lo cual iba muy bien con la antología, pues eran poemas y cuentos que se conocían de manera oral o por medios no canónicos como blogs, notas de Facebook y revistas de mala muerte. "Etcétera", en cambio, procede en parte de Héctor Pérez Babilonia, quien decía que "nosotros" éramos la "generación etcétera", puesto que éramos ignorados por la comunidad letrada; lo que sobra. Lo que hicimos fue darle otro significado, ser irónicos y jugar con eso. Utilizamos la abreviatura de la palabra, "etc.", y la concebimos más bien como algo relacionado a "de facto": textos que existían "de hecho" pero no "de juris". Poemas y cuentos que se creaban y se daban a conocer desde la periferia, por medios no canónicos como micrófonos abiertos, círculos literarios, peñas literarias, blogs, notas de Facebook y publicaciones poco conocidas y de cortísimas tiradas, en un pueblo de la periferia con respecto a Puerto Rico: Ponce. Textos, pues, desconocidos y en ocasiones poco avalados por los editores, escritores consagrados y la academia. No era un llanto, solo era como abrir el "etcétera" que se coloca al final, luego de mencionar a los escritores consagrados o al menos publicados, y abrirlo, como si fuera un archivo de "Documentos" de una computadora, y dar a conocer parte de su contenido. No sé si se logró el cometido, aunque parte del concepto se menciona en la "Invitación al lector". 

Sí, "Invitación al lector" y no un estudio introductorio. La idea era que los textos hablaran por sí solos, no por una introducción que guiara la lectura y menos por una portada llamativa, que a veces es lo mejor que tienen los libros, tanto que en ocasiones dan ganas de cortarlas y enmarcarlas como cuadros bonitos que sirven para adornar la sala, el cuarto o la oficina, en caso de que se tenga una. Si los poemas y cuentos de la antología se habían conocido de manera periférica, oral o escrita en lugares no canónicos en donde las críticas y comentarios vienen indefectiblemente desde afuera, queríamos lo mismo para la antología en general o algunos textos en particular. ¿La portada? Una cónsona con el concepto: el título, etc., en color algo amarillo, similar a los cartapacios de los archivos de computadoras, sobre un fondo negro. Eso es todo, un libro sin guías previas ni espaldarazos de algún escritor o crítico con algo de renombre. 

Con el libro terminado, etc., publicado por ediciones de facto, se hicieron los pedidos. Cuando llegaron, a pesar de que se pidieron pruebas, me di cuenta de los horrores que tenía.Y otras personas también me lo hicieron saber, algunas de ellas tarde, porque conocían los borradores. Estaba lleno de erratas. La verdad es que no sabía del todo la nueva ortografía y no conocía técnicas de corrección. Y los que conocen algo de psicología, saben que el cerebro tiende a corregir inconscientemente los errores, de tal manera que no nos percatamos de los mismos. El cerebro es algo complejo, nos hace creer que muchas fantasías, algunas creaciones suyas y por tanto nuestras, son verdad. 

Me sentí fracasado. Había trabajado meses con los poemas y los cuentos, corrigiéndolos, editándolos, colocándolos en un orden que fuera coherente y no un montón de cosas tiradas al azar. Aun así, seguimos adelante y presentamos el libro, ese ritual que aunque práctico para vender libros, tiene un tufo a bautismo. Y nos fue bien. Se llenó y se vendieron libros. Luego corregí los errores y se pidieron otros ejemplares, los cuales son los que se vendieron, y todavía se venden, en Amazon y en las principales librerías del país (entiéndase Paliques, la librería de la PUCPR, tres en Río Piedras y una en Santurce). La única errata obvia es "Johana" en vez de "Johanna", con dos enes... en un poema mío. No es la gran cosa; he visto errores peores en libros de editoriales famosas y con dinero. El suficiente para sacar un libro sin errores de ningún tipo. Así que ya arreglada la antología, me sentí mejor. Mi trabajo al final fue aceptable, creo. 

¿La recepción del libro? Risible. Peor que las malas críticas, es el silencio. Creamos una página en Facebook, le dimos promoción, fuimos a la radio, llevamos los libros a las principales librerías del país, le regalamos libros a algunos profesores que escriben reseñas literarias, fuimos a varias actividades literarias a vender libros e hicimos otra presentación en el Museo de Arte de Ponce, el museo más importante del Caribe, en donde solo fueron dos o tres gatos. Encontrar quién presentara el libro fue tan difícil como lograr tener sexo con Angelina Jolie siendo un pelao más feo que un bulldog con veinte años. La primera presentación la hizo una profesora de la PUCPR, que lamentablemente improvisó y básicamente dijo que el libro era una buena antología de barrio. No dijo nada sustancial sobre los textos, con todo y que le escribí, porque ella me lo pidió, sobre los textos que consideraba más importantes y sobre temas que me gustaría que tratara. Le escribí sobre la estética de la violencia vista desde distintas vertientes, sobre la metaliteratura, el posfeminismo, los elementos pop y par de cosas más, con ejemplos de poemas y cuentos donde podía encontrar tales temas. No mencionó nada de lo que le escribí. Y como no tenía el texto que leyó pasado a computadora, no lo pudimos pedir para publicarlo como medio de promoción. En esa primera presentación se invitó personalmente, vía carta, a profesores de la PUCPR y de la UPR de Ponce. Ninguno fue, ni los allegados. De hecho, si estiro la goma, muchos de mis "mejores" amigos no fueron. 

En la segunda presentación, incluso con el apoyo del MAP y del Ateneo de Ponce, no fue mucha gente. El libro lo presentó otra profesora de la PUCPR, porque conseguir un profesor de la UPR, auque sea la de Ponce, es tan fácil como que la NASA escoja a un analfabeto con ligero retraso mental y récord criminal para ir al espacio. Su presentación de la antología en la "alta sociedad" estuvo mejor, más articulada, pero tampoco vio lo que yo vi, o creí ver al momento de seleccionar los poemas y cuentos y darles el orden que les di dentro del libro. Un amigo grabó la presentación; está en Youtube, pero no les daré el link. Si no se han dado cuenta, he sido discreto. No he mencionado los nombres de los que critico. En esta ocasión tampoco pudimos tener acceso al texto de la presentadora porque no estaba del todo pasado a Word. Mal, mal, mal. No teníamos nada que poner sobre el libro, solo citas del mismo en la página de Facebook y anunciar que se estaba vendiendo en Amazon y en X y Y librerías. Ni mis amigos facebookeanos escritores, ni los de Jonathan ni los de los escritores que componen la antología hablaron sobre el libro, a pesar de que algunos dijeron que lo leyeron, que lo compraron y que escribirían sobre él. Nada de nada. Solo escribían sobre otros libros, a pesar de que algunos dijeron que la antología les gustó. Contra, podían escribir algo, aunque fuera para decir que solo servía como pisapapeles o para limpiarse el culo; o si eran ambientalistas, para lamentar la muerte de los árboles de los cuales salió el papel para semejante bodrio y no para transformarse en medios que contuvieran las palabras de Cervantes, Faulkner, Vargas Llosa o las suyas propias. ¿Qué hacer, entonces, cuando los escritores y académicos de algún renombre te ignoran completamente? Recurrir a otras personas menos encumbradas relacionadas con las letras. 

Como tengo amigos en Facebook que escriben -algunos incluso han publicado- y otros que son amantes de la literatura, les envié un PDF de la antología. Lo hice así porque no eran puertorriqueños y no tenían acceso al libro o les salía caro comprarlo por Amazon y a Jonathan y a mí enviárselos por correo. ¿Qué sucedió? Solo una persona escribió un comentario. Era pequeño y solo se enfocaba en varios textos, pero fue la única dentro de 7 u 8 personas que escribió algo. Los demás siempre se disculpaban o me decían que ya mismo. Ya mismo es que me han salido diez canas más y dos arrugas nuevas, y que por lo visto antes ocurre la paz mundial o Adam Sandler gana un Oscar antes que me envién sus comentarios. ¿Les caeré tan mal? ¿El libro es tan malo? No diré que es genial, pero creo que tiene sus aciertos. Ni siquiera se "dignaron" en piratearlo y tirarlo gratis por Hansi Libros. Eso es bueno, supongo... 

Al final, la persona encargada de darle promoción a la antología, de llevar los ejemplares a las librerías y buscar presentaciones no fue muy responsable. Eso ocasionó, en parte, que el libro pasara sin pena y sin gloria. Pero la culpa no es solo de esa persona. Yo también tengo mi culpa. Creo que mis discusiones con uno que otro escritor de influencia que mantuve en el pasado por Facebook, al final tuvo sus consecuencias negativas. ¿Me pasaron factura? Otro desacierto, creo, fue no escribir una introducción que hiciera ver lo que hay realmente en el libro. Ese tipo de introducciones en ocasiones hasta deslumbran. Y el título, sobre todo, que se presta para confusiones y tergiversaciones. Si no captaron el juego y la ironía, lo que vieron fue resentimiento. Y para nada, el título no tiene nada que ver con resentimientos ni lloriqueos. Pero such is life y la muerte del autor. 

¿Lo positivo? Porque algo bueno tiene que haber, ¿no? La vida no es una tragedia histérica, aunque a veces alguien filme Million Dollar Baby, un Batman con pezones u ocurran guerras mundiales y genocidios. Entonces ¿qué fue lo positivo? Vendimos más de cien ejemplares, la antología se utilizó como lectura suplementaria en una clase de universidad y que, al menos hablando por mí, aprendí cómo se mueve el cobre en el mundo editorial, con qué personas puedo contar, y que adquirí experiencia en corrección y estilo y por lo tanto información adicional para engrosar mi resumé y Curriculum vitae. 

Próximamente escribiré la introducción de etc., la que debí escribir y publicar en la antología, y la tiraré aquí, fuera del libro. Pero mientras tanto les dejo el link donde pueden adquirir la antología de poesía y cuento etc., para que la ¿disfruten? Buenas (posibles) lecturas. 

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