jueves, 27 de agosto de 2009

Mediocridad

Qué malo es sentirse solo un mediocre;
decepcionar a todo el mundo;
sobre todo a los que más admiras
y pensaban maravillas de ti.
No, tú te encargas de demostrarles
con tus actuaciones
y actitudes
que simplemente eres otro cualquiera más,
que busca lo fácil,
que hace todo para salir del paso,
haciéndolo mal
o como el promedio.
Eso,
les demuestras que sólo eres un tipo promedio,
ni muy bruto ni muy inteligente,
ni muy talentoso
ni muy creativo.
Un tipo que trabaja,
haciendo lo mínimo necesario,
que chicha
con una mujer que ya no ama,
que tiene un carro Toyota
y que ve mucha televisión.
Un tipo que sólo lee del periódico
los deportes y la farándula,
que ve cine de Hollywood
y telenovelas baratas
de México, Colombia
y Venezuela.
Un tipo que sabe más de videojuegos
que de literatura,
y que de ella
(la literatura)
prefiere a Charles Bukowski y a Dan Brown
que a García Márquez y Vargas Llosa.
Sí, un tipo cualquiera
que si conoce algo culto
lo estudia por pose,
por parecer un tipo cool
e intelectual
pero no por conciencia.
Sí, sólo un mediocre,
un tipo que escribe poemas
que en realidad son pensamientos en prosa
que corta en verso
(que suenan más o menos bien,
aceptables)
y que tratan de su descontento por la vida,
de su mediocre vida
que lo llevará a una muerte mediocre,
sin reconocimiento valedero
(sólo el cursi y algo hipócrita de los familiares
de que "lo quería tanto",
de que "era tan bueno",
que "lo voy a extrañar"
y que se olvida
con el beso en la frente
antes de cerrar el ataúd).
Una muerte intrascendente
para una vida
intrascendente,
que sólo sobrevivirá
en unos cuantos recuerdos
de gente intrascendente
que también morirá
y en unas cuantas fotografías
que carcomerá el tiempo
y, tal vez,
en un apellido
que se puede diluir
si sólo tuvo hijas
y no varones,
si no es que, 
para colmo,
sale estéril
o muere antes
de reproducirse.

25 de junio de 2007 

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