sábado, 29 de octubre de 2011

Contra-dicciones: 4 poemas de Sonia Galindo



Sonia Galindo (Puerto Rico, 1979), poeta, ensayista y narradora. Ha ganado varios certámenes literarios y ha publicado en varias antologías. Es una de las mejores poetas jóvenes de Puerto Rico. Esperamos que en un futuro cercano publique su poemario y de a conocer mucho mejor su obra. Mantiene el blog Contra-dicciones (http://sgalindo.blogspot.com/). Lo que sigue a continuación es una muestra de su obra poética. Enjoy. 

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Anna O

Anna O
sabía muy bien
lo que hacía.

Prestó su máscara,
sus piernas,
su olor,
su histeria,
su hambre, su boca,
su vientre, su doble vida,
su inconsciente

para echar al piso
el psicoanálisis
y la teoría
                insensata
de que la mujer no existe.

Breuer,
apóstol de Freud,
fue la carnada sabrosa.

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Pollo asado en salsa de ciruela

Ingredientes:

Un pollo entero desde el pico hasta el culo
Una boca malhablada
Todos los insultos a los dioses
2 galones de caldo de silencio
Una ciruela grande y redonda
Perejil
Sal y pimienta a gusto
Dos cilindros de gas

Preparación:

Precalentar el horno a 500º F. Tomar la boca malhablada con culantro y cilantrillo para atosigarle el culo al pollo hasta que reviente el jugo verde. Recuerde insertarle luego los insultos a los dioses y la ciruela para que tome un exquisito gusto agridulce. Amarre el culo para que no proceda escatológicamente. Sazonar el pollo si es necesario, el caldo será el que le dé el verdadero sabor. Sostenga el ave por las patas y sumérjalo en el caldo hasta que se ahogue. Corte cebollas y ajo y póngalo dentro del caldo. Espere a que el pollo cante como cisne. Unos días más tarde ya estará bien horneado y sabroso. No olvide, si el pollo fue insolente le tomará unos días, si el pollo era un irreverente maldito podrá tomarse más tiempo en ablandar.

Réquiem del pollo al horno:

Soy poeta censurado
mis malditas dicciones las llevo
en las entrañas
cocidas en mis labios y cachetes
adheridos en los dientes con acero alemán.
Llevo las palabras altisonantes
que estrujé en la cara de otro
palabalas que transgredieron
como tiroteo de esperma los oídos.
Algunas de mis voces en su alumbramiento
se enredaron en cordones de discreción
ahora enseñan las espuelitas
prometen fugarse en cualquier huevo o pataleta.

Mis labios
dos patas de gallina
Mi boca
el culo sodomizado por una ciruela
y tres hojas de perejil.
La lengua
anquilosada
en-callada
en una absurda red de canon, diplomacia, sal y pimienta.
Pronto dejaré de cacarear
cuando me arrastren al horno y se cuezan conmigo
léxico y elocuencia
en la sabrosa salsa de la censura
caldo de ajo, cebolla y silencio.
Sólo espero que al comerme me cague en ellos y en su madre.

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Posmujer

Esto es lo que soy,
una mujer viril,
un macho afeminado,
un ser indefinidamente ser,
un Otro barrado,
una “No toda” sujeta a función fálica,
una que no es conjunto
ni categoría  “La”.
Pero a veces,
en su mayoría ,
soy una que viste una máscara
de amplios pómulos rosados
de labios rojizos o nacarados,
de ojos brujos,
cejas altas y pestañas long & curl.
Una imitación de otra
que seduce y coquetea
para demostrarle a ellos y ellas
que soy mujer.
No es que sea lésbica,
es que simplemente no soy mujer
de esas que van felices por la vida
por llevar cabello largo, tacones altos,
la falda corta y las piernas depiladas,
el lingerie Victoria Secret
y un brazilian wax nice.
Es que para ser sincera no soy así,
muchas no lo somos.
Es que nos ponemos la máscara
de femme fatale.
Soy simple actriz de feminidad,
una performera de mi género,
un disfraz consciente de esencialismo vulgar.

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Palabras en la boca

 De tu heroica voz, poeta, salen las palabras como mito, como humo, algo así como un rayo que atraviesa la tierra, el alma de cualquiera, incluso la mía.  Tus palabras, de tu boca araña, se tejen cual telaraña de sinsabores. Yo las aliento, tú las tejes y se entretejen en mi boca. 
          
 Háblame poeta, dime, ensaya en mis oídos, dramatiza tus palabras con sangre desde mis ojos, ahuécalas en mi olfato, caliéntalas en mi piel, cántalas, exprésalas, discútelas, discúrsalas, guíalas, atropéllalas con saliva, conságralas en mi pecho, aúpalas en el corazón de cualquier mendigo literario así como yo. Indícales mi cuerpo y enmárcalas en mis poros. Mójalas en mi vientre y más abajo, sacúdelas. 

Poeta háblame poeta, dilucida tus milagros lingüísticos en el altar de mi inocencia, adóralos en el templo de la vendimia de mi ropa, en la espuma fotocromática de las ideas, nuestras ideas. 

Palabras poeta, háblame tus palabras, siéntelas en la entrepierna erecta, tibia, deseada, necesitada erección.

Coce con c, cose con s, coze con z y descose asibilando en la epidermis mil vocales, quinientas consonantes africadas, fricativas, nasales, labiodentales.  Háblame tus palabras sobre el cuerpo, bien adentro, penetrando húmedas, profundas en el ser y escríbeme un libro en el vientre sin preocupaciones ni cautiverios porque siempre, siempre que quieras yo te publicaré.

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©Sonia E. Galindo García

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