jueves, 25 de septiembre de 2014

El verdugo















Ahí estás otra vez.
Mira tu cara,
toda trasnochada;
tus ojos rojos,
tus ojeras profundas,
tu semblante amargado,
tu postura encorvada.
Eres un guiñapo de hombre.
Si solo me hubieras hecho caso,
so pendejo,
no estarías así,
sufriendo como un soberano idiota.
Te lo mereces
por no escucharme.
Vamos,
lávate, cepíllate los dientes,
¡péinate!
Ahora eres un cabrón
y estaré todo el día
RECORDÁNDOTELO.


                                         (2008)

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